Vivimos en una sociedad en la que priman los valores de eficacia, velocidad, inmediatez, rendimiento y beneficio; en la que la previsión y el control son ejes fundamentales de una pretendida seguridad frente a miedos y riesgos que no conocemos con certeza. Una sociedad marcada por el culto al Yo; una cultura de perfil bajo y unas relaciones tensas y, en muchas ocasiones, tambaleantes. Consideramos absolutos procesos como la juventud, la belleza y la estética dominante. Nos divertimos como niños, criados sin límites y ajenos a toda forma de frustración aparente. La sexualidad es presentada com experimentación, y a veces, casi una imposición. La religión, las tradiciones y los rituales han perdido parte de su papel ansiolítico o, en todo caso, éste se ha visto reforzado por el ideal científico de dominio de la naturaleza y la enfermedad. Dominio a todas luces fallido, pero a bombo i platillo publicitado por los mass media, gracias a los cuales adquiere, para muchos, un carácter de realidad inapelable. Vivimos en una sociedad instalada en un mito: el de que la medicina puede, o podrá, con todo.
De: Globalización y salud mental
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada