La otra cara de la moneda (o algo)

Vivimos en una sociedad que se mueve por conveniencia, donde nuestros actos quedan delimitados por los intereses de los más poderosos, donde nuestras libertades se recargan con tarjeta. Los medios de comunicación nos venden el mundo como una tierra baldía, post apocalíptica y sin ley. Día a día nos inculcan nuevos miedos, nos presentan nuevos peligros, nos hacen ver que todo cuanto podemos hacer para sobrevivir es agazaparnos en un rincón, mientras otras personas más preparadas se encargarán de luchar contra estos nuevos males invisibles, creándonos una falsa ilusión de seguridad y bienestar. Nos dicen cómo, cuando y por qué debemos ser felices. Seguimos un camino marcado en el final del cual encontraremos aquello que se supone que queremos llegar a ser, convirtiéndonos por fin, en individuos útiles para la sociedad. Manipulan nuestros sueños, crean nuevas necesidades, infunden sentimientos cada vez más artificiales. Nos meten en una jaula, y a cambio nos dejan elegir el color de los barrotes.

Por supuesto, la realidad no es tan catastrófica como predican los esputos que llegan desde los Mass-media. No todo el mundo cae preso de esa espiral reduccionista en la que pretenden convertir nuestras vidas. Millones de personas alredor del mundo deciden, cada día, vivir su propia vida, y no la que otros pretenden imponerle. No necesitamos dirigir la vista hacia la otra punta del mundo para encontrarlas. No necesitamos darnos de bruces con grandes historias para saber que existen. No debemos caer en el error de otorgar más importancia de la debida a todos aquellos acontecimientos adversos que nos puedan ocurrir a lo largo de nuestras vidas, porque eso seria casi tan estúpido como permitir que otros vivan tu vida por ti. El caos es necesario, ya que nos permite concederle a todo lo demás TODO el significado que se merece, ni más, ni menos.


Todo se traduce, al fin y al cabo, a una simple cuestión de mentalidad. El mundo en que vivimos puede ser tan maravilloso como aterrador, y serán nuestras acciones y nuestros pensamientos los que lo conviertan en una cosa o en la otra. El miedo, debe ser una herramienta de superación, pero nunca la piedra angular de nuestra realidad. Negar lo adverso es tan contraproducente como concederle más importancia de la que en realidad tiene. Debemos dejar de lado la comodidad de derivar en otros la toma de decisiones, y comenzar a construir nuestro propio camino y recorrerlo sin temor por lo que encontraremos al final. Solo así podremos, no solo descubrir qué queremos llegar a ser, sino además, conseguirlo.


No podemos permitirnos el lujo de temer ser libres


(Extret d'un treball entregat ja fa un temps. interessant vore com determinades coses no canvien, independentment de la seua no-materialitat.)